Gabriela Salazar
- Grupo Psicoanálisis Quito (Ecuador) (Ecuador) [ver] Mesa de diálogo Virtualidades/ Viralidades
Congreso FEPAL 2020
“En la necesaria combinación entre la filiación -que siempre se establece sobre la base del
amor- y la capacidad crítica -que no implica destrucción sino deconstrucción- reside el
futuro de toda herencia. De este modo nos posicionamos ante el pensamiento de los
analistas que nos precedieron, para que su legado ni se fetichice ni se destruya."
(Silvia Bleichmar).
Gabriela Salazar Canelos
Quito - Ecuador
Transité la formación como analista, desde Ecuador entre Skype de seminarios
presenciales-virtuales, supervisiones en las cuales pude escoger a los analistas que deseé
me acompañen y un análisis didáctico muy comprometido en modalidad condensada, con
gran incidencia de la atención virtual, años previos a la pandemia.
La virtualidad:
Durante la pandemia los psicoanalistas pudimos trabajar, situación que no sucedió con
todas las disciplinas. Yo sostengo desde hace años, que en lo virtual si hay posibilidad de
análisis, no sólo de psicoterapia. Creo que el análisis virtual no es para todos los pacientes,
que tampoco es algo que se le va a dar bien a todos los analistas por la incomodidad que
puede generar la relación sin cuerpo presente, pero que es posible, bajo ciertas
condiciones de ambos o en ambos. El compromiso con el proceso del paciente requiere
que el analista se incomode más de una vez, busque diversas formas de sortear las
distancias y la falta de presencia que generan campos de diálogo y acompañamiento que
atraviesan las dificultades y resistencias propias de todo análisis, pero exacerba las
resistencias y disminuye el campo para maniobrar por parte del analista.
Durante este tiempo han existido diversas experiencias clínicas de las cuales tendremos
años para pensar desde el après-coup, así como distintos pacientes, y singulares analistas
en heterogéneos momentos de cada análisis. Me ha llamado la atención que muchos
detractores previos del análisis virtual, ahora no lo son. Al no poder escoger no analizar
o supervisar de manera virtual, una realidad que fue escogida por tantos otros desde hace
años, para algunos fue algo forzado, pero posible, gracias a algunos movimientos
necesarios que realizamos.
Considero que el análisis virtual, pasa por la creación de un dispositivo que tome en
cuenta por sobre todas las cosas, la predisposición del analista para comprometerse con
su paciente, haciendo uso de su voz, de su presencia en ausencia, de la permeabilidad
necesaria para re- inventarse las veces que sean, realizando ajustes al dispositivo para
conseguir ser una dupla que trabaje pensando juntos desde la asimetría y el encuadre
interno del analista. Esto considera la necesidad de contar, como analistas, con un estado
mental particular que logre crear entre dos, algo nuevo durante el proceso.
En el año 2010 Asbed Aryan escribió sobre psicoanálisis a distancia:
“El psicoanálisis […]adhiere a los hechos de su campo de trabajo, procura
resolver los problemas inmediatos de la observación, sigue tanteando en la
experiencia, siempre inacabado y siempre dispuesto a corregir o variar sus
doctrinas”.
La viralidad de lo virtual:
El ser humano es un animal que juega, se transforma y transita por experiencias que puede
llegar a hacer suyas, así como los analistas en formación son profesionales no solo
receptores de una transmisión de experiencias. Me pregunto: ¿Qué nos diferencia a los
humanos de los androides? Creo que es el estar en transformación continua, pensar y
vincularnos emocionalmente, situación que se puso en riesgo durante el distanciamiento
social, que concuerdo, sería mejor llamarlo distanciamiento sanitario, para enfatizar
justamente en la importancia de ser parte de un tejido social, más en estas circunstancias.
Durante la pandemia, hemos enfrentado a un virus extraño, mutable de persona a persona,
imprevisto, letal, generador de síntomas tan extraños como inimaginables que generó un
contagio de lo digital. De repente tuvimos amigos y familiares que eran reacios, ajenos al
uso de la tecnología, abriendo cuentas en plataformas, aprendiendo a subir videos,
jugando en línea, entre otros. En más de una familia estuvieron conectadas 4
computadoras simultáneamente intentando seguir con una vida pre- establecida antes de
la pandemia - como si esa estructura hubiese sido necesaria, aunque sobre exigida, para
aferrarse a algo en medio de tanta incertidumbre-.
Con la rapidez de la globalización, nos contagiamos de plataformas virtuales. La
necesidad de compartir fue evidente, ¿puede un sujeto enamorarse por whatsapp? ¿Cómo
funciona el sexting? ¿Puede Wikipedia o Google enseñarnos aquello que se transmite en
persona a través del contacto humano? Creo que son algunas preguntas que hoy tienen
mucho mas material para ser respondidas que antes. Todos vivimos hoy los alcances y
límites de la virtualidad.
En muchos casos los conocidos y lo conocido, así como los cercanos, se volvieron algo
lejanos. Se sintió la necesidad y se buscaron respuestas para vivir más allá de la
sobrevivencia inmunológica. Requerimos cosas, que nos hicieron sentir, pensar, soñar.
La vida llegó a ser tan plana, carente de colores, que si uno no sembraba su propio jardín
virtual, ¿cómo podía aferrarse a una vida que dejó de ser estimulante por mas de seis
meses?
El virus nos volvió seres peligrosos para los más cercanos, quizá por ello buscamos en la
distancia, en lo virtual, la cercanía y la intimidad que fue difícil de mantener con los del
círculo más próximo. Nuestros íntimos pueden ser muy amados, pero también es
brutalmente exigente “amarnos sin la compasión que ofrece la distancia física”.
La virtualidad nos ha permitido tener algo de intimidad fuera de la convivencia, con otros,
esa ausencia ha sido indispensable para continuar viviendo con algo de armonía y deseo.
La transformación como herramienta vital:
Intentaré entre- tejer, la necesidad de mantenernos humanos a través del juego, del entretenimiento
(teniéndonos-entre), de la capacidad de conmovernos y transformarnos, con
el mismo deseo que atraviesa el psicoanálisis para evitar convertirse en una disciplina
plana, retórica, inmóvil, con riesgo de muerte, aunque se lo quiera vivo. Es importante
rescatar el valor de algunas permanencias, desde algunas bases con raíces fuertes,
podemos mover, transformar y generar vientos de cambio.
Hemos notado en varios momentos, pero aún más con la pandemia, cuánto nos cuesta a
los psicoanalistas y a nuestras instituciones moverse de lugares conocidos y por ello
cómodos. Cuando la necesidad vital, incluso económica obligó a modificar paradigmas,
fuimos mucho más capaces de re- pensarnos y transformarnos, de lo que tiempo atrás
parecía posible.
Yo me pregunto si, en vez de buscar retener posiciones, condiciones institucionales e
imaginarios personales pre-establecidos, no nos convendría volver a soltar un poco y
empeñarnos en no dejar de nutrir al pensamiento psicoanalítico, incluso durante la
formación con el diálogo entre disciplinas y la horizontalidad democrática institucional,
cargada de una dosis de libertad.
Es importante acoger el pensamiento y la profundidad que devienen de investigaciones,
crear propuestas teóricas, contenidos propios. Parece que para algunas sociedades esto se
da más fluido que en otras y allí es donde pienso en el riesgo que tenemos de volvernos
tan sólo unos técnicos del inconsciente, y no unos psicoanalistas críticos, creativos, más
allá de herederos de una formación.
Elizabeth Roudinesco comenta:
“Lo que falta en nuestros días a estas poderosas sociedades es un alma, un
compromiso intelectual y político. Una pasión. En resumen, a esas asociaciones
les falta creatividad, espíritu de aventura, un pensamiento.”
Considero indispensable detenernos a pensar en la eficacia que tiene el método
psicoanalítico, pero también en que no podemos, si deseamos ser pensadores, repetir
errores pasados que no han incorporado a tiempo cambios culturales, que han dejado de
dialogar con otras disciplinas, que han sometido a los analistas en formación a “verdades”
y condiciones institucionales que no dan cabida a la horizontalidad descartando la riqueza
del intercambio intergeneracional. Es indispensable re pensar los pénsums de estudio en
los institutos, incluir y motivar a que los analistas en formación regresen a nutrirse de la
literatura, las artes en general; en definitiva, a la pasión por conocer los recovecos que
hacen de nuestra alma y disciplina un entramado complejo y profundo, más allá de la
teoría y técnica que es indispensable transmitir.
¿Podemos crear una sociedad psicoanalítica en permanente transformación por
elección?
Cito a Marcelo Viñar (2020):
“Lo que tenemos es un dispositivo, el dispositivo analítico. No tenemos, con el
tamaño de las ciudades actualmente, la posibilidad de trabajar tres o cuatro o
cinco veces por semana; pero, la excusa de poner que la diferencia entre el
psicoanálisis clásico y el actual es la frecuencia semanal de sesiones, ahí hay una
simplificación absurda.”
Imagino con optimismo que en mi país (y ojalá en muchos otros), al no existir una
estructura institucional psicoanalítica, esto nos continúe favoreciendo, para hacer uso de
una libertad, que ha logrado que nuestro propio pensamiento avance propositivamente,
con una horizontalidad sana, amplia y respetuosa. Quiero resaltar que frente a las
dificultades (como fue la pandemia, como es la formación de la IPA en países sin
sociedades), los psicoanalistas y las instituciones somos capaces de crear nuevos
dispositivos, proponer cambios mas allá de una convención o necesidad de petrificarnos
siendo conservadores de unas reglas y jerarquías que maquillen al poder y la posible
anulación del otro, así como de las diferencias enmarcadas en un contexto actual, en
permanente cambio.
Bibliografía:
Aryan, A. (2010) Prólogo libro Psicoanálisis a distancia de Ricardo Carlino.
Bleichmar, S. (2006) Paradojas de la Sexualidad. Buenos Aires: Paidós.
Roudinesco, E. (2020, Julio 5) Diálogo con Alain Badiou. Recuperado de:
https://grupoadeestudiosacontecimiento.wordpress.com/2020/07/05/alain-badiou-yelisabeth-
roudinesco-defender-alpsicoanalisis/?
fbclid=IwAR3PVpAisaNnNX3SEjyzOh-
I0AxBX_C1clIs_PBe7o_9eCZOCzkYE5YkPOo
Viñar, M (2020, Junio 30) Entrevista para OCAL con Gabriela Salazar. Recuperado de:
https://ocal-candidatos.org/2020/01/27/entretejiendo-experiencias/
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Mesa de diálogo Virtualidades / Viralidades
Congresso FEPAL 2020
“Na necessária combinação entre a filiação - que sempre se estabelece com base no
amor - e a capacidade crítica - que não implica destruição, mas desconstrução - está o
futuro de toda herança. Assim nos posicionamos diante do pensamento dos analistas
que nos precederam, para que seu legado não seja fetichizado nem destruído ”.
(Silvia Bleichmar).
Gabriela Salazar Canelos1
Quito, Equador
Passei na minha formação como analista, desde o Equador, entre o Skype de seminários
presenciais-virtuais, supervisões nas cuais eu tive a oprtunidade de escolher os analistas
que eu desejaba me acompanhassem e uma análise didática muito comprometida em
modo condensado, com alta incidência de atenção virtual, nos anos anteriores da
pandemia.
Virtualidade:
Durante a pandemia, os psicanalistas puderam trabalhar, situação que não acontecia com
todas as disciplinas. Eu argumentei durante anos que no virtual existe a possibilidade de
análise, não só de psicoterapia. Mais eu acho que a análise virtual não é para todos os
pacientes, nem é algo onde todos os analistas serão bons pelo desconforto que a relação
pode gerar sem um corpo presente, mas eu acho que é possível, sob certas condições de
ambos e em ambos. O compromisso com o processo do paciente obriga ao analista a se
sentir incomodado mais de uma vez, ele deve procurar diferentes caminhos para superar
as distâncias e a falta da presença que geram campos de diálogo e acompanhamento que
passam pelas dificuldades e resistências típicas de qualquer análise, mas exacerbam
resistências e reduz o campo de manobra do analista.
Durante este tempo tem havido várias experiências clínicas das quais teremos anos para
pensar a partir do après-coup, bem como diferentes pacientes e analistas em únicos
momentos heterogêneos de cada análise. Chegou ao meu conhecimento que muitos
detratores da análise virtual agora eles não são. Pois não é possível não analisar ou
supervisionar virtualmente, uma realidade que foi escolhida por tantos outros durante
anos, para alguns foi algo forçado, mas possível, graças a alguns movimentos necessários
que nos fizemos.
Eu acredito que a análise virtual passa pela criação de um dispositivo que leva em
consideração, antes de mais nada, a predisposição do analista para se comprometer com
seu paciente, valendo-se de sua voz, de sua presença na ausência, da permeabilidade
necessária para reinvente-se tantas vezes quanto seja possível, fazendo ajustes no
dispositivo para ser uma dupla que trabalhe pensando juntos a partir da assimetria e do
1 Traducción revisada al portugés por Fernando Ríos, Quito- Ecuador
encuadre interno do analista. Este aí considera a necessidade de contar, como analistas,
com um determinado estado mental que possa criar algo novo durante o processo.
Em 2010, Asbed Aryan escreveu sobre a psicanálise à distância:
"A psicanálise [...] adere aos fatos de seu campo de trabalho, tenta resolver os
problemas imediatos da observação, continua tateando na experiência, sempre
inacabado e sempre pronto a corrigir ou variar a suas doutrinas."
A viralidade do virtual:
O ser humano é um animal que joga, se transforma e passa por experiências que pode
fazer próprias, assim como os analistas em formação são profissionais não somente
receptores de uma transmissão de experiências. Eu me pergunto: Qual é a diferença entre
humanos e andróides? Acho que é estar em contínua transformação, pensando e se
vinculando emocionalmente, situação que foi posta em risco durante o distanciamento
social, que eu concordo, seria melhor chamar de distanciamiento sanitario, para enfatizar
justamente a importância de fazer parte de um tecido social, ainda mais nessas
circunstâncias.
Durante a pandemia, enfrentamos um vírus estranho, mutável de pessoa para pessoa,
imprevisto, letal, gerando sintomas tão estranhos quanto inimagináveis que gerou um
contágio do digital. De repente nós tivemos amigos e parentes que foran relutantes,
alheios ao uso da tecnologia, abrindo contas em plataformas, aprendendo a fazer upload
de vídeos, jogando online, entre outros. Em mais de uma família, 4 computadores foram
conectados simultaneamente tentando dar continuidade a uma vida pré-estabelecida antes
da pandemia -como se aquela estrutura fosse necessária, embora excessivamente exigida,
para agarrar-se a algo no meio de tanta incerteza-.
Com a velocidade da globalização, estamos infectados com plataformas virtuais. Ficou
evidente a necessidade de compartilhar, um sujeito pode se apaixonar pelo whatsapp?
Como funciona o sexting? A Wikipedia ou o Google podem nos ensinar o que é
transmitido pessoalmente por meio do contato humano? Acho que são algumas questões
que hoje nos têmos muito mais material para ser respondido do que antes. Todos vivemos
hoje os alcances e os limites da virtualidade.
Em muitos casos, conhecidos e não conhecidos, assim como os próximos, tornaram-se
um tanto distantes. A necessidade foi sentida e as respostas foram buscadas para viver
além da sobrevivência imunológica. Exigimos coisas que nos faça sentir, pensar, sonhar.
A vida tornou-se tão plana, sem cores, que se você não plantou seu próprio jardim virtual,
como poderia manter uma vida que deixou de ser estimulante por mais de seis meses?
O vírus nos fez seres perigosos para os mais próximos, talvez por isso procuremos na
distância, no virtual, a proximidade e a intimidade que era difícil manter com os do círculo
mais próximo. Nossos íntimos podem ser muito amados, mas também exige brutalmente
"amar uns aos outros sem a compaixão que a distância física oferece".
A virtualidade tem nos permitido ter alguma intimidade fora da convivência com os
outros, essa ausência tem sido essencial para continuar vivendo com alguma harmonia e
desejo.
A transformação como ferramenta vital:
Tentarei entrelaçar, a necessidade de nos manter humanos por meio do jogo, do
entretenimento (ter-entre), da capacidade de ser movido e se transformar, com o mesmo
desejo que passa pela psicanálise para evitar tornar-se uma disciplina plana e retórica,
imóvel, com risco de morte, mesmo se nos o quiser vivo. É importante resgatar o valor
de algumas permanências, de algumas bases com raízes fortes, podemos mover,
transformar e gerar ventos de mudança.
Percebemos várias vezes, ainda mais com a pandemia, quanto custa a nós psicanalistas e
às nossas instituições, sair de lugares conhecidos e, portanto, confortáveis. Quando a
necessidade vital, mesmo a econômica, nos forçou a mudar paradigmas, nos fomos muito
mais capazes de repensar e transformar aquilo que há muito tempo parecia impossível.
Eu me pergunto se, ao invés de procurar reter posições pré-estabelecidas, condições
institucionais e um imaginário pessoal, não seria conveniente para nós deixar ir um pouco
e se esforçar para não parar de alimentar o pensamento psicanalítico, mesmo durante a
formação com um diálogo entre disciplinas e horizontalidade democrática institucional,
carregada de uma dose de liberdade.
É importante acolher o pensamento e a profundidade que vêm da pesquisa, da criação de
propostas teóricas e de conteúdos próprios. Parece que para algumas sociedades
psicoanalíticas isso é mais fluido do que para outras e é aí que eu acho o risco que
corremos de nos tornarmos apenas técnicos do inconsciente, e não psicanalistas criativos,
críticos, além dos herdeiros de uma formação.
Comentários de Elizabeth Roudinesco:
“O que falta nessas sociedades poderosas hoje é uma alma, um compromisso
intelectual e político. Uma paixão. Em suma, essas associações carecem de
criatividade, espírito de aventura, um pensamento."
Eu acho fundamental parar pra pensar na eficácia do método psicanalítico, mas também
que não podemos, se quisermos ser pensadores, repetir os erros do passado que não têm
incorporado a tempo as mudanças culturais, que deixaram de dialogar com outras
disciplinas, quem sujeitou os analistas em formação a “verdades” e condições
institucionais que não permitem a horizontalidade, descartando a riqueza do intercâmbio
intergeracional. Eu acho essencial repensar os pensums dos institutos, incluir e motivar
os analistas em formação a que voltem a se nutrir com a literatura, as artes em geral; em
suma, à paixão por conhecer os cantos e recantos que fazem da nossa alma e disciplina
uma rede complexa e profunda, além da teoria e da técnica que é essencial transmitir.
Podemos criar uma sociedade psicanalítica em permanente transformação por
escolha?
Eu cito a Marcelo Viñar (2020):
“Lo que tenemos es un dispositivo, el dispositivo analítico. No tenemos, con el
tamaño de las ciudades actualmente, la posibilidad de trabajar tres o cuatro o
cinco veces por semana; pero, la excusa de poner que la diferencia entre el
psicoanálisis clásico y el actual es la frecuencia semanal de sesiones, ahí hay una
simplificación absurda.”
“O que temos é um dispositivo, o dispositivo analítico. Não temos, com o tamanho
das cidades hoje, a possibilidade de trabalhar três, quatro ou cinco vezes por
semana; mas, a desculpa de dizer que a diferença entre a psicanálise clássica e a
atual é a frequência semanal das sessões, aí tem uma simplificação absurda ”.
Eu imagino com otimismo que no meu país (e tomara que em muitos outros), na ausência
de uma estrutura institucional psicanalítica, isso continue a nos favorecer, pra fazer uso
de uma liberdade, que conseguiu a nosso próprio pensamento avançar propositadamente,
com uma horizontalidade saudável, ampla e respeitosa. Eu quero enfatizar que, em face
das dificuldades (como a pandemia, como a formação da IPA em países sem sociedades),
os psicanalistas e as instituições são capazes de criar novos dispositivos, propor mudanças
além de uma convenção ou a necessidade de nos petrificar sendo conservadores das regras
e hierarquias que tentam encobrir o poder e a possível anulação do outro, assim como das
diferenças enquadradas em um contexto atual, em permanente mudança.
Bibliografía:
Aryan, A. (2010) Prólogo libro Psicoanálisis a distancia de Ricardo Carlino.
Bleichmar, S. (2006) Paradojas de la Sexualidad. Buenos Aires: Paidós.
Roudinesco, E. (2020, Julio 5) Diálogo con Alain Badiou. Recuperado de:
https://grupoadeestudiosacontecimiento.wordpress.com/2020/07/05/alain-badiou-yelisabeth-
roudinesco-defender-alpsicoanalisis/?
fbclid=IwAR3PVpAisaNnNX3SEjyzOh-
I0AxBX_C1clIs_PBe7o_9eCZOCzkYE5YkPOo
Viñar, M (2020, Junio 30) Entrevista para OCAL con Gabriela Salazar. Recuperado de:
https://ocal-candidatos.org/2020/01/27/entretejiendo-experiencias/