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sábado 24
Sala 1
17:00 - 19:00
Eje Culturalidades
La palabra por-venir
Cordina:
María Luisa Silva - SPP (Perú) (Perú)

Relatan:
Javiera Marqués Rosas - APA (Argentina) (Argentina)

Abigail Betbedé - SBPSP (Brasil) (Brasil)

Participan:
María Pía Costa - SPP (Perú) (Perú)

Carlos Barredo - APdeBA (Argentina) (Argentina)

Adriana Ponteli - APC (Argentina) (Argentina) [ver]
La palabra por_venir Adriana María Pontelli1 Se trata de llegar de nuevo, gracias a la falla, hasta la ribera del lenguaje. Pascal Quignard Escribir en tiempo de pandemia sobre “la palabra por venir” provocó un movi-miento y a su vez la actitud de espera necesaria para dar lugar a su adveni-miento, precisamente cuando, atravesada por las circunstancias, me resultaba dificultoso encontrar palabras, incluso en mi hablar cotidiano. En esta oportunidad “tomo la palabra”y al hacerlo se me vienen diferen-tes formas en las que esta herramienta fundamental del análisis apareció en mi experiencia clínica durante este tiempo. Ensayé varias formas para su aborda-je, pero no me salió ninguna que no me llevara finalmente a hacer foco en ese elemento singular, invisible y fugaz del análisis. Esta perspectiva un tanto mi-croscópica contrasta con aquellas miradas más amplias, sobre todo si se tiene en cuenta el alcance global y las múltiples consecuencias de esta crisis sanita-ria. Probablemente el enfoque que presento sea uno de los tantos efectos del confinamiento. De todos modos, estas ínfimas muestras de la práctica me per-miten repensar la especificidad de la palabra que solo puede advenir en un es-pacio favorecido por esa escucha particular que es la escucha analítica. El aislamiento obligatorio provocó de repente la interrupción de los tra-tamientos presenciales, y la irrupción del desconcierto. Quedó como opción el trabajo por vía remota, y en general los psicoanalistas asumimos el desafío de adecuarnos a los acontecimientos. No hubo mayores dificultades para quienes ya venían ejerciendo el oficio por teléfono o videollamada; otros en cambio si-guen planteando que la atención virtual es transitoria, porque el psicoanálisis puro tiene que ser entre dos cuerpos, ya que resulta fundamental la presencia real del analista, encarnada ahí (Goldenberg, 2020). Personalmente me he preguntado cómo se jugarían los fenómenos de la transferencia a la distancia, cuánto podría incidir la pérdida de la dimensión vital de la presencia corporal, y qué repercusión llegaría a tener la interrupción repentina de la sesión por pro-blemas técnicos, la transformación de la imagen del otro en una figura conge-lada o pixelada, la voz metálica o entrecortada por dificultades en la conectivi-dad. Seguramente este tipo de interferencias externas, tal como pasa en la presencialidad, puede incorporarse como material de análisis dependiendo de los efectos en cada paciente. Considero que la palabra hablada, incluso por vía telefónica o videollamada, sostuvo de alguna manera la presencia a través de la voz con su articulación de sonidos, entonación, timbre y fluidez. Pienso ade-más que, ante la falta de un sitio concreto para el encuentro analítico, fue el tiempo el que posibilitó que este “tuviera lugar”, aconteciera. En algunas oca-siones el momento de la sesión marcaba un transcurrir detenido por la pérdida de la rutina cotidiana, y en muchos casos ofrecía un reducto para la palabra íntima amenazada por el encierro y la convivencia forzosa. La palabra por venir me sirvió de motor de escucha, para esperarla cada vez, en medio de mi propia incertidumbre. Y tal vez por eso, la palabra llegó para cada quien a su manera. En las primeras semanas del confinamiento un paciente se mostró muy dispuesto a continuar las sesiones por teléfono. Sin embargo, fue llamativo su laconismo que lo atribuí a la incomodidad por la nueva modalidad. Como la an-gustia iba creciendo al igual que su mutismo, recurrí a las palabras como an-damios para reconstruir un espacio de escucha. Y entre ellas apareció una que puso de manifiesto la ausencia de palabra para nombrar la “perplejidad”.La pa-labra venida del Otro puede operar como protección ante lo real. Néstor Braus-tein (2001) en “Un recuerdo infantil de Julio Cortázar” comenta la vivencia terro-rífica del célebre escritor al escuchar, siendo él muy pequeño, el canto de un gallo bajo su ventana. El desconocimiento y la falta de una palabra para esa experiencia –vacío de nomenclatura, en términos de Cortázar– provocó un pa-vor tal que solo pudo ser mitigado con las palabras de su madre. Fue insólito para mí recibir una consulta a través de audios de WhatsApp. Recuerdo que al comienzo creía imposible generar un espacio de escucha de esa manera. Me producía cierta inquietud el tiempo diferido entre el hablar (grabando) y el escuchar (reproduciendo), también la posibilidad de que el mensaje fuera borrado antes de ser enviado. Y si bien me quedaron interro-gantes sobre la permanencia de esos registros materiales de la voz, este inter-cambio semanal de palabras con una persona sumida en una profunda melan-colía le sirvió de “soga”, de donde se sostuvo estos meses. Viene a mi mente aquel relato de Freud donde un niño con miedo en la oscuridad le pide a su tía que le hable, y le insiste diciendo: “Hay más luz cuando alguien habla” (Freud, 1917/1994, pág. 371). El temor a la oscuridad y a la soledad persiste toda la vida, y remite a la añoranza de quien brindó los primeros cuidados. “Hay más luz cuando alguien habla”. Esta sinestesia marca un pasaje de una percepción sensorial a otra. La voz se torna mirada, mirada del Otro primordial, que en es-te caso posibilitó enmarcar el dispositivo (Hartmann, 2015). Otro paciente decidió suspender su tratamiento y retomarlo cuando fuera posible hacerlo de manera presencial. En el transcurso de la cuarentena perdió su trabajo. Cuando consiguió uno mejor pago, solicitó hacer las sesiones por teléfono, porque inexplicablemente eso le provocaba una “angustia fantasmal” que solo podía ser hablada en sus sesiones. El hallazgo de estas palabras lo movió hacia ese espacio singular que es su análisis. Después de muchos años de análisis, una paciente descubrió que esta modalidad a distancia le permitió decir cosas impensadas, sin la intimidación que le generan los cuerpos, el propio y el del Otro. Proliferaron en las sesiones relatos de sueños sin mucho velo. Pero la mayor novedad fue la aparición de inéditos silencios. La verborragia imparable y habitual comenzó a ceder. Cuan-do hablaba sobre un problema de salud cometió un fallido, dijo una palabra por otra, se desconcertó. Luego de un silencio intentó corregir y pronunció una pa-labra nueva, inexistente, muy similar a la palabra buscada, a excepción de una letra. Este neologismo, invención espontánea, provocó asombro, alguna cone-xión con un fragmento de su historia. Sin comprender de qué se trataba, sintió la certeza de estar en un lugar por primera vez. En el marco de un análisis hay momentos en que las palabras se detienen: aparece o un silencio de lo silen-ciado o un silencio de lo silencioso, en términos de Santiago Kovadloff (2011). Él señala que a veces se presenta un silencio encubridor, resistencial, de una palabra implícita que remite a lo velado; y en otras ocasiones irrumpe un silen-cio descubridor de lo indecible, de lo innombrable, que no encuentra cabida en las palabras, porque su índole no es compatible con ellas. El psicoanalista calla para que el analizante escuche, y reconozca su propio silencio en la puesta en escena de ese silencio encarnado. Y en un instante fugaz acontece el adveni-miento de la palabra, con su diferencia literal y sonora, audible por una escucha analítica que capta consonancias en el traspié de un enunciado, resonancias en el modo de articulación fonológica, aparición reiterada de grupo de fonemas, eso que Jacques-Alain Miller (2012) llamó “inanidades sonoras”, tomando una expresión de Stéphane Mallarmé. Tocar la palabra allí, tocar esa materia verbal transforma lo malentendido en productividad, en una experiencia significante de generación de sentido. Esta palabra en singular, particular de cada sujeto, no es dada. Se gesta en la experiencia analítica. Nacida del silencio, en un mo-mento efímero y preciso da a luz y da luz a la verdad de cada sujeto. Nacida del silencio, soporta el peso de lo mudo, porque, aunque es dicha, deja un res-to indecible. La palabra por_venir… Ese espacio subrayado, vacío que marca el si-lencio, es un intervalo entre dos instantes, un tiempo desde el cual surge una palabra como lugar para un acontecimiento psíquico. Sylvie Le Poulichet (1996) señala que todo deviene y nada cesa por el juego de energía libre de los pro-cesos primarios, y ese movimiento incesante del cuerpo pulsional se encuentra en el lenguaje. Con el advenimiento de la palabra en la experiencia analítica se produce un hallazgo que instaura un tiempo de pasajes presentes y venideros como vías abiertas a nuevas búsquedas. Con la llegada de la pandemia y las medidas de confinamiento se perdió la presencialidad en los tratamientos, se desdibujaron los encuadres, quedaron suspendidos aquellos debates sobre la posibilidad o no de la virtualidad; y los psicoanalistas continuamos con nuestro quehacer -cada quien como pudo- sos-tenidos por la regla fundamental de la asociación libre, promovida por una es-cucha atenta y parejamente flotante. En esta austeridad redescubrí el valor y la potencia transformadora de estos dos pilares que sostienen un análisis. ---- 1 Licenciada en Letras Clásicas, Licenciada en Psicología, Magister en Psicología Clínica, Psicoanalista, Miembro Adherente de la Asociación Psicoanalítica de Córdoba. Referencias bibliográficas Braunstein, N. (2001). Un recuerdo infantil de Julio Cortázar. En N. Braunstein, Ficcionario de Psicoanálisis (págs. 1-6). Buenos Aires: Siglo XXI. Freud, S. (1917/1994). Conferencias de introducción al psicoanálisis. 25° Conferencia. La angustia. En S. Freud, Obras Completas (J. L. Etcheverry, Trad., Segunda edición, Vols. 16 (1916-17), págs. 357-374). Buenos Aires: Amorrortu. Goldenberg, M. (7 de mayo de 2020). Desafíos del psicoanálisis en tiempos de pandemia y distanciamiento. Obtenido de Comercio y Justicia: https://comercioyjusticia.info/blog/mundopsy/desafios-del-psicoanalisis-en-tiempos-de-pandemia-y-distanciamiento/ Hartmann, A. (2015). "Tía... hay más luz cuando alguien habla". Imago Agenda (188), 18-23. Kovadloff, S. (2011). El silencio primordial (Primera edición). Buenos Aires: Emecé. Le Poulichet, S. (1996). La obra del tiempo en psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu. Miller, J.-A. (2012). Inanidades sonoras. En J.-A. Miller, La fuga del sentido (S. Baudini, Trad., Primera edición, págs. 71-98). Buenos Aires: Paidós. Quignard, P. (2006). El nombre en la punta de la lengua.Madrid: Arena Libros. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- A palabra por_vir Adriana María Pontelli1 Trata-se de chegar de novo, graças à falha, até a beira da linguagem. Pascal Quignard Escrever em tempo de pandemia acerca de "a palavra por vir" provocou um movimento e, ao mesmo tempo, a atitude de espera necessáriapara dar lugar a seu advento, precisamentequando, atravessada pelas circunstâncias, me era difícil achar palavras, até mesmo em meu falar cotidiano. Nesta oportunidade “tomo a palavra”, e ao fazer isso vêm a mim diferentes formas em que essa ferramenta fundamental da análise apareceu em minha experiência clínica durante estetempo. Intentei várias maneiras de abordagem, mas não achei nenhuma que não me levasse finalmente a focalizar nesse elemento singular, invisível e fugaz da análise. Essa perspectiva um tanto microscópica contrasta com aquelesolhares mais largos, especialmente se considerarmos o alcance global e as múltiplas consequências desta crise sanitária. Provavelmente a abordagem que apresento seja um dos tantos efeitos do confinamento. De qualquer maneira, estas ínfimas amostras da prática me permitem repensar a especificidade da palavra que só pode advir em um espaço favorecido por essa escuta particular que é a escuta analítica. O isolamento obrigatório provocou de repente a interrupção dos tratamentos presenciais e a irrupção do desconcerto. Ficou como opção o trabalho por via remota, e em geral os psicanalistas assumimos o desafio de nos adaptar aos acontecimentos. Não houve grandes dificuldades para quem já realizavam o oficio por telefone ou videochamada; outros, porém, continuam argumentando que a atenção virtual é transitória, porque a psicanálise pura tem que ser entre dois corpos, visto que a presença real do analista, encarnada ali, é fundamental (Goldenberg 2020). Pessoalmente me perguntei como funcionariam os fenômenos da transferência à distância, quanto poderia representar a perda da dimensão vital da presença corporal e que repercussão teria a interrupção repentina da sessão por problemas técnicos, a transformação da imagem do outro em uma figura congelada ou pixelada, a voz metálica ou entrecortada por dificuldades de conexão. Certamente esse tipo de interferências externas, assim como acontece na presencialidade, pode ser incorporado como material de análise, dependendo dos efeitos em cada paciente. Considero que a palavra falada, inclusive por telefone ou videochamada, sustentou de alguma maneira a presença por intermédio da voz, com sua articulação de sons, entonação, timbre e fluência. Também acreditoque, diante da falta de um lugar concreto para o encontro analítico, foi o tempo que possibilitou que esse se realizasse, acontecesse. Em algumas ocasiões, o momento da sessão marcavaum transcorrer detido pela perda da rotina diária e, em muitos casos, oferecia um porto para a palavra íntima ameaçada pelo confinamento e pela convivência forçada. A palavra por vir me serviu de motor de escuta, para esperá-la cada vez, no meio de minha própria incerteza. E talvez por isso, a palavra chegou para cada qual à sua maneira. Nas primeiras semanas do confinamento um paciente se mostrou muito disposto para continuar as sessões por telefone. Foi curioso, porém, seu laconismo, que atribuí ao incômodo pela nova modalidade. Como sua angústia ia crescendo, tanto quanto seu mutismo, apelei às palavras como andaimes para reconstruir um espaço de escuta. E entre elas apareceu uma que evidenciou a ausência de palavra para nomear a "perplexidade." A palavra vinda do Outro pode operar como proteção diante do real. Néstor Braustein (2001) em “Unrecuerdoinfantil de Julio Cortázar" comenta a vivência assustadora do célebre escritor ao escutar, sendo ele muito pequeno, o canto de um galo debaixo de sua janela. O desconhecimento e a falta de uma palavra para essa experiência – vazio de nomenclatura, em palavras de Cortázar – provocou um pânico tal que só pôde ser mitigado com as palavras da sua mãe. Foi insólito para mimrealizar uma consulta por meio de áudios de WhatsApp. Lembro que no começo achava impossível gerar um espaço de escuta dessa maneira. Produzia em mim certa inquietude o tempo diferido entre o falar (gravando) e o escutar (reproduzindo), além da possibilidade de a mensagemser apagada antes de ser enviada. E embora tenha me questionado sobre a permanência desses registros materiais da voz, essa troca semanal de palavras com uma pessoa sumida em uma profunda melancolia lhe serviu como "corda", na qualse segurou durante esses meses. Vem à minha mente o relato de Freud onde um menino com medo da escuridão pede à sua tia de falar com ele, e insiste dizendo: “Há mais luz quando alguém fala" (Freud, 1917/1994, pág. 371). O medo à escuridão e à solidão persiste toda a vida e remete à nostalgia de quem ofereceu os primeiros cuidados. “Há mais luz quando alguém fala". Esta sinestesia marca uma passagem de uma percepção sensorial para outra. A voz se torna olhar, olhar do Outro primordial, que nesse caso fez possível enquadrar o dispositivo (Hartmann 2015). Outro paciente decidiu suspender o tratamento e retomá-lo quando esse fosse possível no modo presencial. No curso da quarentena perdeu seu trabalho. Quando conseguiu outro com melhor remuneração, solicitou fazer as sessões por telefone, porque inexplicavelmente isso lhe provocava uma "angústia fantasmal" que só poderia ser faladaem suas sessões. A descoberta dessas palavras o moveu para esse espaço singular que é a sua análise. Depois de muitos anos de análise, uma paciente descobriu que esta modalidade a distância lhe permitiu dizer coisas impensadas, sem a intimidação que os corpos – o próprio e o do Outro – geram nela. Proliferaram nas sessões relatos de sonhos sem muito véu. Mas a novidade maior foi o aparecimento de inéditos silêncios. A verborragia incontível e habitual começou a ceder. Enquanto falava sobre um problema de saúde cometeu um ato falho, disse uma palavra por outra, ficou desconcertada. Depois de um silêncio tentou corrigir e pronunciou uma palavra nova, inexistente, muto semelhanteà palavra procurada, exceto por uma letra. Esse neologismo, invenção espontânea, provocou assombro, alguma conexão com um fragmento de sua história. Sem entender de que se tratava, sentiu a certeza de estar em um lugar pela primeira vez. No marco de uma análise há momentos em que as palavras param: aparece ou um silêncio do silenciado ou um silêncio do silencioso, em termos de Santiago Kovadloff (2011). Ele afirma que às vezes se apresenta um silêncio encobridor, resistencial, de uma palavra implícita que remete ao velado; e em outras ocasiões irrompe um silêncio descobridor do indizível, do inominável, que não acha espaço nas palavras, porque sua índole não é compatível com elas. O psicanalista silencia para que o analisando escute e reconheçaseu próprio silêncio na mise-en-scènedesse silêncio encarnado. E em um momento fugaz advém a palavra, com sua diferença literal e sonora, audível por uma escuta analítica que capta consonâncias no escorregão de um enunciado, ressonâncias no modo de articulação fonológica, aparecimento reiterado de grupo de fonemas, que Jacques-Alain Miller chamou “inanidades sonoras”, tomando uma expressão de Stéphane Mallarmé (2012). Tocar a palavra ali, tocar essa matéria verbal transforma o mal-entendido em produtividade, em uma experiência significante de geração de sentido.Essa palavra em singular, particular de cada sujeito, não é dada. Gesta-se na experiência analítica. Nascida do silêncio, em um momento efêmero e preciso dá à luz e dá luz à verdade de cada sujeito. Nascida do silêncio, suporta o peso do mudo, porque, embora seja dita, deixa um resto indizível. A palavra por_vir... Esse espaço sublinhado, vazio que marca o silêncio, é um intervalo entre dois instantes, um tempo a partir do qual surge uma palavra como lugar para um acontecimento psíquico. Sylvie Le Poulichet (1996) afirma que tudo devém e nada cessa pelo jogo de energia livre dos processos primários, e esse incessante movimento do corpo pulsional se encontra na linguagem. Com o advento da palavra na experiência analítica se produz uma descoberta que instaura um tempo de passagens presentes e vindouros como vias abertas a novas buscas. Com a chegada da pandemia e as medidas de confinamento se perdeu o caráter presencial nos tratamentos, sedesbotaram os enquadres, ficaram em suspenseos debates sobre a possibilidade ou não da virtualidade; e os psicanalistas continuamos com nossa tarefa – cada qual como pôde – sustentados pela regra fundamental da associaçãolivre, promovida por uma escuta atenta e igualmente flutuante. Nesta austeridade redescobri o valor e o poder transformador desses dois pilares que sustentam uma análise. ----- 1Licenciada em Letras Clássicas, Licenciada em Psicologia, Mestreem Psicologia Clínica, Psicanalista, Membro Aderente daAsociaciónPsicoanalítica de Córdoba (Argentina). Email: adrianapontelli@gmail.com Referências BRAUNSTEIN, Néstor Alberto (2001). Un recuerdo infantil de Julio Cortázar. In ÍDEM, Ficcionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Siglo XXI. pp. 1-6. FREUD, Sigmund (1917/1994). Conferencias de introducción al psicoanálisis. 25° Conferencia. La angustia. In S. Freud, Obras Completas. 2. ed.Trad. J. L. Etcheverry. Buenos Aires: Amorrortu. vol. 16. pp. 357-374. GOLDENBERG, Marta (7 de maio de 2020). Desafíos del psicoanálisis en tiempos de pandemia y distanciamiento. Entrevista disponível emhttps://comercioyjusticia.info/ blog/mundopsy/desafios-del-psicoanalisis-en-tiempos-de-pandemia-y-distanciamiento. Acesso em: 7 set. 2020. HARTMANN, Alicia (2015). "Tía... hay más luz cuando alguien habla". Imago Agenda (188),18-23, 2015. KOVADLOFF, Santiago (2011). El silencio primordial. Buenos Aires: Emecé. LE POULICHET, Sylvie (1996). La obra del tiempo en psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu. MILLER, Jacques-Alain (2012). Inanidades sonoras. In ÍDEM, La fuga del sentido. Trad. S. Baudini. Buenos Aires: Paidós. pp. 71-98. QUIGNARD, Pascal (2006). El nombre en la punta de la lengua. Madrid: Arena Libros. [[ Traduzido do espanhol por Walter Eduardo Lisboa]]

Júlio Bernardes - Filósofo (Brasil)